Desde que cierto sujeto de esta especie hizo un viaje digno de la ruta de Santiago hasta Mordor, pero a la inversa, es decir, desde Galicia a Murcia, su fama y presencia en la fantasía se ha disparado. Son como ese peluche de apariencia adorable en el escaparate de la tienda, pero que después sólo sirve para acumular polvo, espacio y para que te mire de reojo con aire de superioridad, legado de su herencia inglesa.
Los hobbits, también conocidos como halfings o medianos, tienen su origen, de nuevo, en el legendario de J.R.R. Tolkien; sin embargo, la denominación de hobbit es exclusiva y gestionada por Tolkien Estate, razón por la que en el resto de mundos de fantasía se denominan bien medianos o halfings.
Según la Wikipedia, «la inspiración principal para la creación de los hobbits fue un libro para niños llamado El maravilloso país de los snergs, escrito por el británico E. A. Wyke-Smith, en el que aparece una raza llamada snergs, “seres algo más altos que una mesa corriente, pero anchos de espaldas y de gran fuerza”.
En un principio, Tolkien dijo que la palabra «hobbit» había sido inspirada por la novela Babbitt, del escritor Sinclair Lewis, en la que el protagonista, George F. Babbitt, “tiene la misma estrechez burguesa que los hobbits y su mundo es el mismo lugar limitado”. Sin embargo, con la publicación de El Señor de los anillos, Tolkien estableció el origen de la palabra en el anglosajón holbytla, como ya se ha explicado».
Por su parte, la palabra halfing, es decir, mediano, según la web academia-lab.com, «proviene de la palabra escocesa hauflin, es decir, un adolescente rústico y torpe, que no es ni hombre ni niño, sino la mitad de ambos. Otra palabra para mediano es hobbledehoy o hobby. Este uso de la palabra es anterior tanto a El Hobbit como a Dungeons & Dragons».
En cuanto a la palabra castellana, mediano, proviene del latín mediānus, que significa perteneciente al medio, por si hubiera dudas.
Hablemos de los medianos. Esos seres que suelen representarse como bonachonas gentes de campo, con vidas en parajes bucólicos, rodeados de prados verdes, arroyos cantarines cruzados por bellos puentes, vestidos con chalecos con brillantes botones y pastoreando ovejas de blanca lana.
Pero no os fieis, recordad esa herencia inglesa que tienen. Evocando un poco el refranero español y a cierta frase supuestamente atribuida a Blas de Lezo: «Todo buen español debería mear en dirección a la pérfida Albión», o algo así.
CAMPESINOS
Muchos entornos de campaña describen a los medianos como felices y pacíficos granjeros. Seres que viven en lugares rupestres, con carácter afable, rodeados de vacas y ovejas, campos fértiles, y que viven en casitas adorables con pasteles de manzana enfriándose en el alféizar de la ventana. Mientras escribo, puedo imaginar a una de esas criaturas con sus amplias sonrisas, rizos en el cabello, hoyuelos en la barbilla, descalzos, ellos vestidos con pantalones piratas y chalecos de brillantes botones, y ellas con blancos vestidos y corpiños que elevan sus virtudes.
Todo es muy bonito hasta que te haces un personaje en la partida de Dungeons & Dragons o lees la última novela de fantasía del autor de fama de turno. En mi vida he visto un maldito mediano con trasfondo Héroe del pueblo o similar, ni con una clase de personaje que no sea la de pícaro. ¡Es que ni uno! Como digo, debe de ser la herencia inglesa, aunque en España, lo de pícaros nos viene de raza. Ya sabéis, por eso del Lazarillo de Tormes y tal.
Yo creo que eso de lo de campesinos es un montaje. Es como eso de la «Tierra de la libertad» y los empresarios de éxito hechos a así mismos desde el garaje de su casa, con lo que las películas estadounidenses nos han lavado el cerebro durante décadas.
Si salimos de la Comarca, veremos que detrás del cartel de Bienvenidos hay un plató de cine.
BURGUESES
La verdad sobre los medianos que nadie quiere escuchar es que son unos malditos pijos de %/&$(.“+%) (se lo llevan).
A ver, no lo digo yo, son factos. Tras esa apariencia de campesinos, los mayores representantes de esta especie o cultura son unos niños de papá adinerados que se dedican a hacer trastadas. Sí, sí, hablo de Merry, Pipín y Frodo. La élite y aristocracia de los hobbits, pero también del resto de sus parientes cercanos y lejanos, los cuales, envidiosos hasta la médula, lanzan males de ojo y esperan que les pase algo para robarles la cubertería de plata heredada de la yaya.
El único que se salva es Samsagaz Gamyi, un poco el representante del pueblo, pero al mismo tiempo un traidor como pocos, por eso de estar constantemente lamiéndole el trasero a su señor por unas migajas. Que ya podía haber cogido el maldito anillo y haberlo llevado él mismo hasta Murcia y dejarlo como ofrenda a la Virgen de la Fuensanta. ¿No os recuerda un poco a esos personajes de comedia española de los años 70-80? Casi puedo ver reflejado el rostro de Gracita Morales diciendo eso de «señoritoooo…», o al de Fernando Galindo, interpretado por José Luís López Vázquez, diciendo eso de «un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo…».
Y al final… él mismo se convierte en un maldito burgués, al convertirse en alcalde. Parece la meta de todo plebeyo, querer ser lo que más odia y contra lo que ha luchado, los pijos burgueses y la aristocracia. Si es que no aprendemos. El mayor héroe de los mundos de fantasía, y tenía que ser inglés y burgués.

INGLESES
Ya sabemos que la comida inglesa deja mucho que desear, pero que queréis qué os diga, esa imagen de caballeros y damas vestidos elegantemente y con comportamientos refinados, y el pasar mañanas, tardes y noches bebiendo zumo de cebada y engullendo raciones de comida grasienta, creo que es un sueño que mucha gente comparte. Sí, los franceses tienen una fama similar, cambiando los paraguas y cervezas inglesas por camisetas a rayas, baguetes y copas de vino, y por supuesto, con mejor comida, algo nada difícil, pero ya sabéis qué dicen de los franceses.
Y es que si algo molaría rolear es esa faceta británica que nos venden de las bucólicas campiñas inglesas. No me digáis que preferís a un aburrido pícaro mediano al que medio reino persigue por haber robado (otra vez) cierta gema, que a un alegre mediano que lucha por defender lo bueno de la vida: la paz de su pueblo, el rato con sus colegas en la taberna pimplando birra, el amor de su vida y su progenie y a su vaca Betti, o quizás a un poni llamado Billy.
Si habéis escogido al pícaro, tenéis mi reprobación más absoluta y mi lástima más profunda por no saber apreciar lo bueno de la vida, ni valorar por lo que verdaderamente hay que luchar: la paz mundial y la Seguridad Social.
Y hasta aquí, el artículo de hoy.
¡Que veiga bueno!
P.D. Ningún murciano, francés, inglés ni gallego ha sufrido daños en este artículo y sólo la mitad de los medianos que participaron en su rodaje desaparecieron en extrañas circunstancias. Club Dante no se responsabiliza de los estados de ebriedad en los que terminaron dichos medianos hasta desaparecer y posiblemente morir en una muerte cruel y sangrienta.