Cuando pensamos en los elfos, es muy común relacionarlos con la belleza, la agilidad, la longevidad y el orgullo, pero hay una cosa más que, normalmente, tienen en común en muchos de los mundos de juego en los que se incluyen: la repetida condición de que sus pueblos se extinguen, se retiran a algún lugar lejano o desaparecen del mundo dominado por los mortales. Algo que nunca sucede y, por el contrario, son, después de la especie humana, la elección racial existente más común.
La palabra elfo deriva del vocablo inglés «elf». Normalmente, se suele utilizar para representar a criaturas mitológicas de las mitologías germanas y escandinavas, aunque en lo relacionado con los juegos de rol, una gran cantidad de los mundos de juego que incluyen a esta especie se inspiran en la interpretación que J.R.R. Tolkien desarrolló en sus obras.
Para dar la nota discordante, la Real Academia de la Lengua Española define a los elfos como genios o espíritus del aire de la mitología escandinava. Igual ya es hora de sugerirles a esos señores y señoras sentados en butacas con letras en el respaldo que cambien esa definición o añadan alguna acepción extra más modernizada.

La visión que se da de los elfos en los juegos de rol y con los que son descritos en la cultura popular es muy diferente. Recuerda un poco a lo que ocurre con la palabra trasgo, con la que se recogía un montón de variadas descripciones de seres con distintos modus operandi, que como elemento en común tenían que eran dañinos.
En el caso de los elfos, estos pueden entenderse desde las pequeñas hadas con alas tipo Campanilla, a los alfar nórdicos, pasando por esos seres que ayudan a Santa Claus a fabricar los regalos de Navidad, a los seres de las cortes feéricas de la mitología céltica y otros tantos seres que por alguna razón se identifican como elfos.
Por culpa de esto, buscar ilustraciones libres de derechos en Pixabay, con la palabra elfo, es horrible.
Afortunadamente, en los juegos de rol hay una idea más delimitada de qué es un elfo y cuáles son sus características comunes. Evidentemente, varían de un entorno de juego a otro, pero normalmente nos podemos hacer una idea de qué vamos a encontrar: seres esbeltos con rasgos hermosos, longevos y con personalidades orgullosas, que suelen estar relacionados con la magia y la naturaleza.
Desde esta base se han construido las cientos de especies de elfos que ahora habitan los múltiples mundos de juego que usamos en los juegos de rol. Por mucho que existan ideas tan locas y diferentes como los elfos vegetales de Glorantha; divisiones como los drow, altos elfos y elfos marinos de Dungeons & Dragons; los clásicos elfos de la obra de Tolkien, el cual también diferenció en distintas clases de los mismos; o los salvajes especímenes que podemos encontrar en Symbaroum, parece que, bueno, un elfo es un elfo.
Y sin embargo, hay dos características adicionales que la mayoría de los elfos tienen en común: el desprecio que se les tiene por su orgullo y aspecto afeminado, y que suelen tener lores en los que se indica que poco a poco, este pueblo desaparece.

ORGULLO Y SEXUALIDAD
Voy a ser claro: los elfos son de esas especies que o los amas o los odias. No mucha gente tiene una opinión intermedia sobre ellos. Es lo que suele suceder con alguien con apariencia perfecta y que, en un mundo machista como en el que vivimos, su aspecto tiende a ser descrito como ligeramente femenino. ¡Ojo!, femenino en plan no tener un aspecto de un peludo cromañón y tener un pelo largo y liso; no hay mucho más.
Y es que siempre he sentido que hay un grado de homofobia y machismo cuando se desprecia a los elfos. Quizás ahora cada vez menos, pero desde joven, mi experiencia ha sido la de que han sido despreciados por sus características menos relacionadas con lo varonil. Curiosamente, a pesar de que en la inspiración tolkiniana de estos seres, sus rasgos de personalidad y de acción suelen ser bastante varoniles.
De hecho, Fëanor y su estirpe, a quienes se suelen utilizar como excusa para arremeter contra todos los elfos del mundo mundial y parte del extranjero por el orgullo desmedido y formas poco leales de estos personajes (por no decir otra cosa), suelen caracterizarse por características muy varoniles, como el arrojo, determinación, fortaleza, habilidad en combate… y claro, «por una vez que maté a un gato, me llamaron mata gatos». Que sí, que estuvo muy feo lo de la Matanza de Alqualondë, pero es un caso aislado entre la cantidad de clases de elfos de los muchos mundos de fantasía que existen, no como los casos de corrupción del PP y el PSOE.
¿Un pueblo orgulloso? Sin duda, o quizás se confunda con el trato que tiene un ser de cientos de años con otros seres que mueren cuando ellos están en la adolescencia y saben que van a conocer a sus futuras veinticinco generaciones posteriores. ¿Habéis visto Frieren? Pues eso. Y si no, ya estáis tardando.
Sin embargo, nuestros personajes humanos, enanos, tiefling, medianos, etc., nunca sabrán si era orgullo o esa mirada que tiene un yayo cuando mira a sus nietecicos, como si supiera cosas que su descendencia no sabe, a causa de la diferencia de edad. Y es que ya se sabe, «más sabe el diablo por viejo que por diablo».
Ahora sólo falta que me acuséis de llamar diablos a los elfos…
Y, sin embargo, por mucha crítica a su orgullo o desprecio a su aspecto, los elfos suelen ser una de las especies más escogidas en juego. Puede que ahora un poco menos.
¿Por qué? Voy a apostar por su aspecto. Básicamente, son romanceables o sirven para… vamos a dejarlo en lo de romanceables. Y es que eso de ser guapo y joven eternamente, siempre mola. Y más si es un personaje femenino, que gusta tanto a hombres como a mujeres.
La infravisión de muchos juegos puede ser otro motivo. ¿Os he dicho alguna vez que la infravisión está rota?
UN PUEBLO QUE NUNCA MUERE
Que quedan pocos elfos y que poco a poco su presencia desaparece del mundo de los mortales, es conocido por el ancho y vasto Multiverso formado por los multiversos de los múltiples juegos de rol y novelas de fantasía en las que se incluyen elfos. Pero después, eso en pocas ocasiones se hace patente.
Que sí, que todo el mundo parece querer que desaparezcan sufriendo la larga agonía, que se incrementa a causa de su longevidad, de ver cómo su pueblo desaparece poco a poco mientras el resto de las especies son cada vez más frecuentes… a este paso ya no deberían de quedar elfos, pero ahí están los muy puñeteros. Siempre aparecen. Siempre con la misma retahíla: _ «Mi pueblo abandona estas costas para partir a las tierras imperecederas»._ Aman, Siempreunidos, la maldición de los elfos de Ios en Reinos de Hierro, el aperheid contra los elfos del Continente en el mundo de The Witcher… Mira que les cuesta desaparecer y extinguirse como lo hicieron los dinosaurios.
Y que el pueblo élfico siempre está ahí. Es una opción segura de juego. Con un aspecto que no suele ser varonil y con un comportamiento orgulloso, sí, pero no se puede privar a los mundos de juego de la belleza de las elfas que nos dan excusa para ilustrar los tomos de juego. Nótese aquí la crítica social y no los deseos personales.
Esta permanente presencia da la sensación de que los elfos han vencido a su eminente y constaste amenaza de desaparición. Son como esa minoría étnica que sobrevive a pesar de que el resto del país los desprecia y quiere verlos desaparecer, así como todo registro de su existencia.
Es raro el mundo de juego, más o menos generalista o clásico, en el que no existan los elfos y en cuyos fan art las elfas no tengan cara de niña.
El pueblo élfico parece haber vencido a su amargo, definitivo y final destino. Cada vez hay más miembros de esta especie. Cada vez se multiplican más. Cada vez son más comunes. Cada vez su presencia se extiende más, como si realizaran una migración en busca de trabajo o una vida mejor.
Es como una irónica broma que da la vuelta a una de las más conocidas características de este pueblo. Es como si se rieran de quienes los crean así y de quienes los desprecian.
Como frikis que se hacen adultos y comienzan a tomar ocupaciones en todos los niveles de la sociedad. Pero sin esconderse. Porque la belleza, bien merece la pena ser mostrada.



