Este artículo es diferente a los que he escrito hasta ahora en Club Dante. Hasta ahora mis textos consistían en novedades, críticas de manuales y suplementos, alguna aventura, así como artículos de opinión.
Este es un texto distinto con el que voy a intentar dar algún consejo tanto de dirección como de creación de personajes de juegos en los que existe la posibilidad de utilizar como recurso a compañeros y PNJ. Espero que os sea útil.
Los PNJ tienen nombre
Dar nombre a un personaje no jugador (PNJ) puede ser algo banal y sin importancia.
De hecho, en ocasiones es común no molestarnos en dar nombre a ciertos personajes, limitándonos a indicar una palabra o frase corta que nos indique que son, en plan: bandido, mecánico macarra, orco, mercenario sin escrúpulos, etc. pero sin darles nombre ya que van a ser utilizados no como parte de la interpretación de la escena sino como enemigos de los cuales únicamente nos interesan sus estadísticas de combate.
Eso está bien si es lo que queremos. Que esos PNJ sean simplemente carne de cañón. Un desafío de combate que no aporta nada más a la aventura. Sin embargo, es posible que queramos que sean o se conviertan en algo más. Un medio para ver que el mundo está vivo, que tiene coherencia, que no son simples estadísticas y un saco de puntos de golpe que vaciar, sino seres que al igual que nuestros personajes jugadores (PJ) sienten y tienen una historia detrás. Podemos utilizar a esos PNJ como herramienta para dar más posibilidades de juego más allá del combate, para generar un «mundo vivo» o para «remover conciencias».
Si nuestra intención a la hora de crear una aventura o el séquito de nuestros PJ es únicamente la estadística de combate, que estos tengan o no nombre no importa en absoluto. Y está bien si queremos limitarnos a eso. Después de todo, es un trabajo extra que nos podemos ahorrar si no vamos a sacarle utilidad.
Sin embargo, podemos querer que esos PNJ sean más que simples desafíos de combate. Es posible que queramos que sean personajes vivos al igual que nuestros PJ o los más elaborados villanos.
Recuerdo que fue con la aventura Una Gran Conmoción, una aventura preparatoria para la campaña El Retumbar del Rey de la Tormenta, cuando reflexioné por primera vez sobre esto, ya que los goblins que habían ocupado la aldea tenían sus propios nombres y sentí que cobraban personalidad. Si en lugar de leer sus nombres hubiera leído simplemente goblin, mi sensación hubiera sido distinta.
Imaginad que Drizzt Do´Urden simplemente llamara «Pantera» al animal que extrae de su estatuilla de poder en lugar de llamarla Guenhwyvar. Con un nombre ya sabemos que hay un afecto, una relación entre ambos personajes, mientras que sin un nombre simplemente aporta la sensación de ser una herramienta.
Sé que esto es una novela y que hay diferencias entre el rol y bla, bla, bla, pero… No, no hay tanta diferencia. De hecho, diría que es exactamente lo mismo.
Como comentaba, dar un nombre a un PNJ indica una relación. Ya no es el escudero número 3, sino Tristán el pelirrojo, ya no es una sacerdotisa aleatoria del templo sino Rosmari la templada. Si muere, el escudero no será Tristán, será otro. Es la primera chispa de la vida de esos PNJ.
Evidentemente dar vida a un PNJ o PJ es mucho más que darle un nombre, pero este es el comienzo.
Es por eso que a muchos PNJ no se les da nombre hasta que los PJ no interactúan con ellos, pero hay una razón más. No tener nombre deshumaniza.
¿Recordáis esas películas en las que a los prisioneros no se les nombra por su nombre sino por un número? Es por eso mismo. Un número no es nada. Es un elemento prescindible de la maquinaría. Una cuenta entre millones de un banco. Algo entre un montón fácilmente sustituible. Un número no es una persona.
Es por eso que la existencia del personaje de Once en Stranger Things da tanto terror y pena. Ese personaje no es una persona, es simplemente un experimento. Comienza a ser una persona cuando conoce a Mike, Lucas y Dustin y transforman Once de número a nombre.
Nuestro PNJ ya tiene nombre. Tiene esa primera chispa de vida. Ahora vamos a darle forma, vamos a hacer que su corazón bombee y que sus pulmones inspiren y expiren aire. Llega el momento de que ese PNJ se relacione con el medio y aporte su cometido.
Si nuestro escudero Tristán nunca dice nada, la diferencia entre llamarlo Tristán y escudero será nula. Sin embargo, si Tristán pide consejo a su señor, se lamenta de que haya perdido esa justa o se preocupa cuando el PJ es herido, Tristán comienza a crear lazos con el caballero al que sirve.
Si esos goblins que han invadido la aldea simplemente «hacen cosas de goblins», no afectará mucho a la manera en la que los PJ interactúen con ellos. Pero si cuando los PJ se acercan, el DJ describe como los aventureros escuchan una conversación entre Buzz y Bazz en la que hablan que a la mujer de Buzz está embarazada y que esa ropa que está robando de la aldea la protegerá del crudo invierno, está aportando un contexto de sus actos. Posiblemente los PJ reaccionarán de manera diferente si escuchan o no esa conversación.
Si tras un combate en el que los PJ han derrotado a un grupo de mercenarios, el grupo escucha como un superviviente de los mercenarios llama a gritos a su hermano Gabriel y lo busca entre los muertos, muestra como estos tenían una historia detrás. Que el mundo está vivo y que cabe la posibilidad de que si hay dos hermanos, quizás existan más y busquen venganza.
Este es un recurso que me ha ayudado a crear sensaciones diferentes en las diferentes escenas y juegos en los que he dirigido. Es por eso que cuando mis PJ tienen un compañero animal o quizás un sirviente, siempre les pongo nombre, porque busco esa relación entre ellos. Quiero que exista una historia y la sensación de estar vivos.
Empero, no es un recurso para utilizar siempre y constantemente. Su abuso puede perjudicar a aquello que estamos creando, de modo que hay que saber cuándo utilizarlo.
Está bien que cada personaje que conocen en la aldea que utilizan como base tenga nombre. María la panadera, Josep el carnicero, Andrea que es quien cuida de su abuelo Hernan, Martín el guarda de la puerta, Olga la posadera, Borja el matón a sueldo de Ginés el prestamista. Que en ese contexto toda la población tenga nombre crea un vínculo, una cercanía que ayuda a los PJ a sentirlo como algo propio que pueden querer defender.
Si nuestra campaña trata sobre la guerra, escuchar voces de gente que busca a los desaparecidos o se lamenta de los muertos ayuda a crear la sensación de que la guerra es algo malo.
Pero en ocasiones quizás queramos que cuando los aventureros ven a un enemigo este sea simplemente un enemigo que abatir. Es en esos momentos cuando los nombres sobran, cuando las palabras o relaciones entre PNJ no son necesarias ya que lo que queremos es indicar a los PJ que tienen vía libre para sajar y matar. Aunque también podemos usar los nombres para lo mismo, que identifiquen que esa asesina despiadada no merece perdón y que si quieren acabar con todo, ella debe de morir, a pesar de llamarse Carmen la roja.
Un nombre puede ser más que un nombre. Es una idea, una intención, tanto si se tiene como si no. Y ello es una herramienta increíble para nuestras partidas.